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7 de octubre de 2011

UN CUENTO PARA COMPARTIR:
De Liliana Cinetto.-

LA TROMPA DEL ELEFANTE
El elefante andaba un día paseando por la selva y saludando a los vecinos (porque era un elefante muy amable), cuando llegó a la puerta de la leona que barría  de acá para allá y de allá para acá. Barría con tanto entusiasmo que levantó una nube de polvo espeso y grisáceo, justo, justo en el momento en que el elefante hacía una reverencia con la trompa para decirle "Buenos días" (porque era un elefante muy educado).
Fue entonces cuando empezó el lío. Es que el polvillo se le metió adentro de la trompa y le hizo tantas, pero tantas cosquillas que... ¡ATCHÍS!
No señor no fue un estornudo así nomas. No señor. Fue un tremendo estornudo de elefante. Lo peor no fue que, con ese estornudo, despertó al león que estaba durmiendo la siesta. Lo peor no fue que, con ese estornudo, hizo temblar la tierra como  en un terremoto. Lo peor no fue que todos los animales se acercaron a ver que había pasado. Lo peor fue que, con ese estornudo... ¡se hizo un nudo en la trompa!
Intento desanudárselo de todas formas (porque era un elefante muy paciente). Sacudió la cabeza, tironeó para acá, tironeo para allá, se puso patas para arriba y patas para abajo, pero lo único que consiguió fue que el nudo se apretara más  (y que a la hiena le diera un ataque de risa).
-¿Y ahoda que voy a haced? No quiedo andad con un nudo en la tdompa -llorisqueaba el pobre elefante que ademas no podía pronunciar ni una sola R.
Como en la selva no hay médicos ni hospitales, fueron los otros animales los que les recomendaron remedios caseros para solucionarle el problema. El mono le aconsejó que se pusiera a dieta de banana. Al adelgazar el nudo se desinflaría como un globo viejo y podrían desatarlo. El cocodrilo y el hipopótamo, en cambio, recomendaron baños con agua tibia, porque al remojar la trompa seguramente se le deshincharía. La jirafa, por su parte, ofreció su bufanda de siete metros y medio para vendarlo y el rinoceronte propuso plancharle la piel que estaba tan arrugada, para estirarla y aflojarle la atadura. Que uno le ponía una curita, que otro le pasaba pomada por la trompa, que aquel le ofrecía un té de tilo para tranquilizarlo, que este le cantaba "sana, sana..." nada daba resultado.
El elefante estaba desesperado y caminaba nervioso de un lado para el otro. Tanto caminó que fue levantando una polvareda espesa y grisácea a su alrededor. Y ésa fue la solución porque el polvillo se le metió adentro de la trompa y le hizo tantas pero tantas cosquillas que... ¡ATCHIS!
 No fue un estornudo así nomás. No señor. Fue un tremendo estornudo de elefante. Lo bueno no fue que, con ese estornudo, le despeinó la melena al león. Lo bueno no fue que, con ese estornudo, asustó tanto a la cebra que se le enderezaron las rayas. Lo bueno no fue que, con ese estornudo, hizo temblar la tierra como en un terremoto. Lo bueno fue que, con ese estornudo... ¡se le desanudó la trompa!
Contento se puso el elefante. Contentisimo. No solo porque se le había desatado el nudo, sino porque pudo volver a pronunciar la R para agradecer a todos su ayuda. Tan contento estaba que casi, casi se pone a bailar en una pata para festejar. Pero prefirió irse a su casa. No fuera a ser que con el baile levantara otra polvareda que lo hiciera estornudar.

Liliana Cinetto nació en Buenos Aires y es Profesora de Letras, escritora y narradora de cuentos. Tiene publicados mas de cincuenta libros para chicos, entre ellos Cuidado con el perro, Rap del vampiro y Ambrosio en la prehistoria. Su obra reconocida en Latinoamérica y España, ha recibido importantes premios, como el "Alfonso Grosso" de Sevilla por La vida es cuento, su primer libro para adultos. El cuento que acabas de leer pertenece al libro Cuentos cortitos para leer en un ratito.

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