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12 de abril de 2013

¿POR QUÉ LEO? -



¿POR QUÉ LEO? - Carmen Fabre*




Hay muchas razones… muchas, entre otras las siguientes:

Porque me gusta.

Porque al recorrer las páginas de un libro, mi retina plasma imágenes de personajes e historias en mi cerebro e imagino con todo detalle su perfil y su vida.

Porque es algo que puedo hacer a solas, aunque esté rodeada de mucho ruido y personas y cosas. Yo y mi libro, mi libro y yo nos envolvemos y sumergimos en una especie de burbuja estéril y no existe nada más. Porque es un placer inmenso, un onanismo espiritual que me proporciona sensaciones indescriptibles, casi físicas. Es un “vicio” confeso y admitido.

Porque un día que no puedo leer me parece un día desperdiciado, doloroso… esto me ocurre por haber pasado épocas nefastas en mi vida en las que no era capaz de leer, estaba tan bloqueada emocionalmente que, lo que había sido mi mayor fuente de placer intelectual se truncó, no podía hilar una historia… afortunadamente esa etapa la superé.

Porque no sé mentir y leyendo soy todas esas vidas y situaciones y épocas y reflexiones y lugares sin serlo, sin estar, sin vivirlas… creo que soy Ena, Cristina, Olga, Héctor, Ángela, Solo, Luis…

Porque alguien a quién no conozco me manda un mensaje con su libro y lo recibo, lo hago mío. Me envuelvo en sus emociones y comprendo y aprehendo el mundo en ese universo del escritor.

Porque me apasiona tener una relación con el lenguaje lúdica, intensa, relajante y creativa. Elaboro frases, busco palabras, recreo la belleza de su sonido y escucho su significado.

Porque la lectura me hechiza, como un hada, como una bruja buena y, mientras dura ese hechizo, vivo paralelamente en un ambiente mágico.

Porque los libros me miran, me llaman, me tientan, me esperan y cuando los termino… me abrazan.

También para nublar ese duermevela nocturno y arrullarme en ellos como en una nana fantástica.

Quizás también porque soy una eterna insatisfecha y no puedo limitarme a vivir “sin más”, necesito vivir “con más” de todo y me lo da la lectura.

Porque me hace feliz y me pierdo en un texto, la felicidad está también en el lenguaje.

Porque gracias a la lectura he asumido compromisos vitales conmigo y con los demás.

También para que el tiempo no me angustie.

Porque al leer, desaparecen el tedio, la languidez y la monotonía y no me aniquilan.

Porque mi vida adquiere un orden y un sentido en la lectura pausada y reflexionada. Me da paz y me relaja. Nunca quiero que acabe un libro.

También porque soy torpe en otras cuestiones, por ejemplo: no sé hacer dulces, no sé bailar salsa, no sé interpretar jeroglíficos, coser, bordar, pintar, plantar tomates, cuidar bonsáis, curar un perro, resolver una integral o un límite, levantar una cónica, arreglar un enchufe, cantar, componer música, esculpir un busto, liar un cigarrillo, montar un mueble de Ikea, operar una úlcera… pero soy buena leyendo…

Por todo esto y por mucho más leo.

Quisiera compartir los sentimientos que despiertan en mí los libros que leo. No pretendo elaborar una sección de crítica literaria, quiero transmitir lo que me cuentan, lo que me susurran las lecturas que he disfrutado y enlazarlas, a veces, con mi vida.

Si hay un cielo para cada uno, el mío sería una biblioteca.





Carmen Fabre©

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